Lienzo

A menudo, nos olvidamos de que nuestra percepción del mundo no es un espejo fiel de la realidad objetiva, sino más bien un reflejo de nuestra propia naturaleza.
No vemos el mundo tal como es, sino como somos.
Nuestras experiencias pasadas, nuestras creencias arraigadas y nuestras emociones presentes actúan como filtros a través de los cuales interpretamos la realidad.
Dos personas pueden presenciar el mismo evento y percibirlo de manera completamente diferente. Esto nos recuerda que la realidad es subjetiva y que la forma en que experimentamos el mundo está profundamente influenciada por nuestra propia historia y perspectiva única.
Reconocer esta verdad nos invita a cultivar la empatía y a entender que, al comprendernos mejor a nosotros mismos, podemos comenzar a comprender mejor a los demás y, en última instancia, construir puentes de conexión en lugar de muros de malentendidos.